En una reciente entrevista, Sebastián Edwards, economista y gran observador de la realidad nacional, propuso un nuevo eje para agrupar a la elite política chilena: los que hablan inglés y los que no. Walker y Piñera en un lado, Escalona y don Patricio en el otro. La idea parece audaz, pero significativa. Es, además, un buen punto de partida para explorar algunas de las claves que hoy marcan a la elite. Aquí una lista tentativa:
-Inglés o nada: Para Edwards, hablar inglés es básico. Esto, por cuanto lleva implícito una suerte de estilo de vida bajo el cual agrupa a las personas "modernas, que valoran viajar y entienden la globalización". Es también la gente que lee los libros antes de que se traduzcan, la que sigue las tendencias en los sitios claves de internet, la que se puede comunicar en los viajes. O sea, inglés o nada.
-¿Harvard, MIT, Stanford?: en los 70, la discusión era si las personas eran profesionales o no. En los 90, si habían estudiado en una universidad tradicional o una privada. Hoy, la pregunta de fondo es si se tiene un posgrado en el extranjero y dónde lo cursó. La señal más clara la dio este gobierno, al nombrar un gabinete plagado de títulos en el extranjero, especialmente de Harvard, partiendo por el propio Piñera que estudió ahí su doctorado en economía, al igual que Felipe Larraín. También tienen posgrados de esa universidad Felipe Bulnes y Felipe Kast. Harvard no es la única que califica para la elite, pero hay que decir que la lista de las elegidas es muy corta y considera las norteamericanas top, más unas pocas europeas, como Cambridge y Oxford.
-La política la lleva: los 80 y los 90 fueron los tiempos de los empresarios. Las páginas más leídas de los diarios eran las secciones de negocios. Hoy vivimos la era de la política. Quien quiera construir su prestigio en base a las fusiones y adquisiciones, pierde su tiempo. Los jóvenes cambiaron los bancos de inversión por La Moneda. El barrio El Golf por el centro. Los íconos de la nueva elite son los hombres de negocios que dejaron sus empresas y se fueron a trabajar al gobierno. A nivel social es lo mismo. Antes, en las comidas era bien visto decir "me carga la política". Hoy es de mal gusto. Es quedar fuera de la conversación. Y, de paso, fuera de la elite.
-Burgués-Bohemio: El concepto "bobos" lo instauró David Brooks a fines de los 90. Su libro, Bobos in Paradise constata la aparición de una nueva elite: los burgueses-bohemios. El fenómeno describe cómo los yuppies de los 80 cruzan la frontera de los bohemios sin volverse hippies. Esto es especialmente relevante para la elite de derecha porque le sirve para sacarse ese aire un tanto "nerd" que tiene, demasiado cerca del consumo y lejos de la cultura.
La que mejor entendió esto es la elite de centroizquierda, que en Chile acuñó el término "red-set". En el mundo, el estilo bobo lo cultivaron mandatarios como Clinton y Blair, quienes se codeaban con la misma facilidad con altos dignatarios y estrellas de cine o de la música. La idea es que la elite de derecha tiene que ser capaz de comentar un libro de culto, una película independiente y una obra de teatro alternativa. En definitiva, hay que chasconearse un poco. Porque hoy no basta con leer The Clinic; hay que ir al Bar The Clinic.
-¿Cuál es tu estilo?: la imagen es todo, dicen los expertos en comunicaciones. Por ello, las elites de cualquier bando hoy se visten bien. Obama y Sarkozy son políticos admirados, pero al mismo tiempo icónicos de la moda. Sus prendas son seguidas por los expertos y salir en los primeros lugares del ranking anual de estilo de la revista Vanity Fair es un requisito fundamental.
En Chile, Lagos fue el primero que se atrevió y construyó su estilo con Atilio Andreoli. Con más frecuencia de la que se piensa, el ex Presidente llegaba a la tienda de Augusto Leguía para probarse un nuevo traje. Andreoli señala que no conoce un político de derecha que se vista bien. Y tiene algo de razón. Pero está cambiando y ya se sabe de varios ministros que están visitando la calle Augusto Leguía, pero no para ver a Andreoli, sino la tienda del frente: Brooks Brothers, una línea más clásica, menos italiana, pero con gran sentido político. No por nada fue la marca de los Kennedy.
La lista es dura, es cierto. Pero nunca ha sido fácil pertenecer a la elite. Hay que conceder, eso sí, que hoy se trata de variables más vinculadas al mérito que a la herencia. Porque si bien es complejo llegar a Harvard, es claro que es mucho más fácil que cambiarse el apellido.