Economic Growth
Economic Growth
Growth momentum is currently positive, reflecting the return of service sectors and employment to pre-
pandemic levels, and the overall support of favorable external conditions—high commodity prices, strong
external demand and remittances , and rebounding tourism. This has led to several upward revisions to growth
this year.
But financing is becoming scarcer and costlier as major central banks raise interest rates to tame inflation.
Capital inflows to emerging markets are slowing and external borrowing costs are increasing. Domestic interest
rates in emerging markets are also rising as their central banks are hiking rates to battle inflation as well, but
also because of reduced investors’ appetite for risker assets.
For Latin America, these factors result in a deceleration in activity as higher borrowing costs weight on
domestic credit, private consumption, and investment.
Earlier this year, surging commodity prices and solid growth momentum helped offset the effects of tighter
global financial conditions, as investors were attracted by a region that hosts major commodity exporters amid
global needs for food and energy supplies. But higher interest rates are pushing commodity prices down as the
global economy decelerates, reducing their cushioning effect. The slowdown may also reduce exports,
remittances, and tourism to the region.
Uncertainty about global interest rates and whether inflation can be brought back under control smoothly—a
so called ‘soft landing’—means spikes in volatility and investor risk aversion are also possible. In other words,
the transition to higher global interest rates may be bumpy.
Amid positive surprises in activity, we have upgraded our growth projection for Latin America and the
Caribbean this year to 3.5 percent from 3 percent in July.
But with the changing winds ahead, growth next year is poised to decelerate more rapidly than we projected in
July, slowing to 1.7 percent.
Commodity exporters—South American countries, Mexico and some Caribbean economies—are likely to see
their growth rates halved next year, as lower commodity prices amplify the impact of rising interest rates.
The economies of Central America, Panama and the Dominican Republic will also slow as trade with the United
States and incoming remittances weaken, though they will benefit from lower commodity prices. Tourism-
dependent Caribbean economies will continue recovering, albeit slower-than-anticipated in July amid weaker
tourism prospects.
The swift response of major central banks in the region, which hiked interest rates ahead of other emerging
market and advanced economies, will help bring down inflation, but this will take time as monetary policy
needs to tame domestic demand to exert downward pressure on prices.
Also, price pressures have recently broadened, affecting items of the consumption baskets beyond food and
energy. This has been the case in Brazil, Chile, Colombia, Mexico and Peru, where inflation recently reached a
two-decade high of 10 percent and is testing the hard-won credibility of inflation targeting frameworks.
We have, therefore, raised our inflation forecasts. Price increases for those five countries will reach around 7.8
percent by year-end and remain elevated at about 4.9 percent—still above central banks’ tolerance bands in
most cases—by the end of next year.
Rising global interest rates will also test the resilience of private and public balance sheets. The region’s
generally healthy banking systems mitigate the risk of financial distress, and regulation and supervision have
improved in many countries.
But pockets of vulnerabilities remain. For example, corporate debt has grown considerably over the last
decade, especially outside the banking system. Monitoring these vulnerabilities will be key to identify potential
sources of stress and take early action.
While the region’s high levels of international reserves and strong central bank credibility will help mitigate the
impact of tighter financial conditions, rising borrowing costs will test public finances through higher interest
payments, as public debt and financing needs remain elevated.
Balancing act
Central banks in the region have acted fast and kept long-term inflation expectations anchored.
Going forward, monetary policy should stay the course and not ease prematurely. Setting monetary policy
amid high uncertainty is challenging, but having to restore price stability later if inflation becomes entrenched
would be very costly.
Fiscal policy should focus on rebuilding policy space, where needed. This will require reining in public spending,
improving the design of the tax systems, and strengthening fiscal frameworks to secure sustained discipline.
With dire social needs in the region, however, policies to reduce debt and deficits can only be effective and
durable if they are inclusive—that is, if they protect the poor.
Even where fiscal space exists, fiscal policy should also go hand in hand with monetary policy, focusing on
supporting vulnerable groups, especially while high inflation persists and growth weakens, but without fueling
domestic demand. This will require careful calibration to offset spending measures to protect the poor.
Getting this balancing act right is key to achieving inclusive and sustainable growth, and this is the best way to
build resilience against future shocks.
América Latina enfrenta un tercer shock debido al endurecimiento de las condiciones financieras
mundiales
El ímpetu del crecimiento continúa, pero la menor disponibilidad y el encarecimiento del financiamiento
ralentizarán las economías de la región mientras la inflación siga siendo elevada. Las prioridades de política
económica son restaurar la estabilidad de los precios y mantener la sostenibilidad fiscal, además de proteger a
los grupos vulnerables.
-Los países de América Latina, que siguen bajo los efectos de dos shocks anteriores: la pandemia y la
invasión de Rusia a Ucrania, se enfrentan ahora a un tercer shock: el endurecimiento de las
condiciones financieras mundiales.
Hasta ahora, el ímpetu del crecimiento fue positivo, reflejando el retorno de los sectores de servicios
y el empleo a los niveles previos a la pandemia, y condiciones externas favorables —precios altos de
las materias primas, demanda externa y remesas sólidas, y repunte del turismo. Esta situación ha
dado lugar a varias revisiones al alza del crecimiento este año.
Pero el financiamiento es cada vez más escaso y caro, debido al aumento de las tasas de interés por
parte de los bancos centrales para controlar la inflación. Los flujos de capitales a los mercados
emergentes están desacelerándose y los costos de financiamiento externo, aumentando. Las tasas
de interés internas en los mercados emergentes también están aumentando, debido al incremento
de las tasas por parte de los bancos centrales para combatir la inflación, pero también a la reducción
del apetito de los inversionistas por activos de mayor riesgo.
-En América Latina, estos factores llevarán a una desaceleración de la actividad, ya que los costos de
financiamiento más elevados serán un lastre para el crédito interno, el consumo privado y la inversión.
A comienzos de este año, el aumento de los precios de las materias primas y el crecimiento sólido
contribuyeron a compensar los efectos de las condiciones globales de financiamiento más restrictivas, ya que
los inversionistas se vieron atraídos por una región que cuenta con grandes exportadores de materias primas,
en un contexto de necesidades de alimentos y energía a escala mundial. Pero las tasas de interés más elevadas
están presionando a la baja los precios de las materias primas a medida que la economía mundial se
desacelera, reduciendo así su efecto amortiguador. La desaceleración económica también podría reducir las
exportaciones, las remesas y el turismo en la región.
La incertidumbre en torno a las tasas de interés globales y a si puede controlarse la inflación de manera
ordenada —el denominado “aterrizaje suave”— significa que también podría haber picos de volatilidad y
aversión al riesgo de los inversionistas. En otras palabras, la transición a tasas de interés globales más elevadas
podría venir con turbulencia.
Crecimiento sólido, pero con desaceleración
Ante las sorpresas positivas en la actividad, hemos actualizado nuestra proyección de crecimiento para
América Latina y el Caribe este año a 3,5%, desde 3% en julio. Pero, con vientos cambiantes hacia adelante, el
crecimiento se desacelerará el próximo año con mayor rapidez de lo proyectado en julio, hasta 1,7%.
Los exportadores de materias primas —los países de América del Sur, México y algunas economías del Caribe
— verían reducidas a la mitad sus tasas de crecimiento para el próximo año, ya que la disminución de los
precios de las materias primas amplificaría el impacto de las mayores tasas de interés.
Las economías de América Central, Panamá y la República Dominicana también se ralentizarán debido a la
moderación del comercio con Estados Unidos y de las remesas entrantes, aunque se beneficiarán de los
precios más bajos de las materias primas. Las economías caribeñas que dependen del turismo continuarán
recuperándose, aunque a un ritmo menor del previsto en julio en vista de unas perspectivas para la actividad
turística más débiles.
Lucha contra una inflación persistente
Pese a la ralentización del crecimiento, la inflación en América Latina seguirá siendo elevada durante algún
tiempo.
La rápida respuesta de los principales bancos centrales de la región, que aumentaron las tasas de interés antes
que otras economías avanzadas y de mercados emergentes, contribuirá a reducir la inflación, pero llevará
tiempo, ya que la política monetaria tiene que moderar la demanda interna para ejercer presión a la baja
sobre los precios.
Además, las presiones sobre los precios se han ampliado recientemente, afectando a los artículos de las cestas
de consumo que van más allá de los alimentos y la energía. Este ha sido el caso en Brasil, Chile, Colombia,
México y Perú, donde la inflación alcanzó recientemente el 10%, el máximo en dos décadas, y está poniendo a
prueba la credibilidad que los regímenes de metas de inflación se han ganado a base de mucho esfuerzo.
Teniendo en cuenta esto, hemos elevado nuestros pronósticos de inflación. Las subidas de precios en esos
cinco países serán aproximadamente de 7,8% para finales de año, y para finales del próximo año seguirán
estando en un nivel elevado de alrededor de 4,9%, todavía por encima de las bandas de tolerancia de los
bancos en la mayoría de los casos.
Bancos sanos, riesgos de deuda
El aumento de las tasas de interés globales también pondrá a prueba la resiliencia de los balances públicos y
privados. Los sistemas bancarios de la región, que en general son saludables, mitigan el riesgo de dificultades
financieras, con una regulación y supervisión que han mejorado en muchos países.
Pero siguen existiendo focos de vulnerabilidades. Por ejemplo, la deuda de las empresas ha crecido
considerablemente en la última década, en especial fuera del sistema bancario. Será fundamental vigilar estas
vulnerabilidades para detectar posibles fuentes de tensión y adoptar medidas tempranas.
Si bien los altos niveles de reservas internacionales y la fuerte credibilidad de los bancos centrales de
la región contribuirán a mitigar el impacto de las condiciones financieras más restrictivas, los
mayores costos de endeudamiento pondrán a prueba las finanzas públicas debido al aumento de los
pagos de intereses, al tiempo que la deuda pública y las necesidades de financiamiento siguen
siendo elevadas.
Un acto de equilibrio
Los bancos centrales en la región han actuado sin demora y han mantenido ancladas las expectativas
de inflación a largo plazo.
Hacia adelante, la política monetaria debe mantener su curso y no relajarse prematuramente. Fijar la
política monetaria en un contexto de alta incertidumbre es difícil, pero tener que restaurar la
estabilidad de precios más adelante si la inflación se arraiga sería muy costoso.
La política fiscal debe centrarse en recomponer el margen de maniobra disponible para la aplicación
de políticas económicas, donde sea necesario. Esto exigirá reducir el gasto público, mejorar el diseño
de los sistemas tributarios y fortalecer los marcos fiscales para lograr una disciplina sostenida.
Sin embargo, dadas las urgentes necesidades sociales de la región, las políticas para reducir la deuda
y los déficits solo pueden ser eficaces y duraderas si son inclusivas, es decir, si protegen a los pobres.
Aun cuando exista margen de maniobra fiscal, la política fiscal también debe ir de la mano de la
política monetaria y centrarse en apoyar a los grupos vulnerables, en especial mientras persista la
inflación elevada y el crecimiento se debilite, pero sin estimular la demanda interna. Esto requerirá
una calibración cuidadosa para compensar las medidas de gasto de protección a los pobres.
Encontrar este punto de equilibrio es fundamental para lograr un crecimiento sostenible e inclusivo,
y es la mejor manera de desarrollar resiliencia frente a futuros shocks.