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Teosofía

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Teosofía
Fundador(es) Helena Petrona Blavatsky
Tipo Espiritualidad
Número de seguidores estimado 29 014 aprox.
Seguidores conocidos como Teósofos
País o región de origen Estados Unidos
País con mayor cantidad de seguidores India
Organización internacional Sociedad Teosófica

La teosofía (del griego: θεός, theós, ‘Dios’, y σοφία, sophía, ‘sabiduría’) es un cuerpo de conocimientos religiosos y filosóficos establecido en los Estados Unidos a fines del siglo XIX. Fundada principalmente por la rusa Helena Blavatsky y basada en gran medida en sus escritos, se nutre en gran medida de filosofías europeas más antiguas, como el neoplatonismo, y de religiones indias como el hinduismo o el budismo. Aunque muchos seguidores sostienen que la teosofía no es una religión, los académicos la categorizan de manera variable como un nuevo movimiento religioso y una forma de ocultismo dentro del esoterismo occidental. El movimiento internacional de la Nueva Era de los años 1970 y 1980 se originó entre grupos teosóficos independientes en el Reino Unido.[1]

La teosofía está formada por un conjunto de enseñanzas y doctrinas difundidas bajo ese nombre por Blavatsky a finales del siglo XIX. En noviembre de 1875 se funda la Sociedad Teosófica, por Blavatsky y los estadounidenses Henry Olcott y William Quan Judge, que tiene como uno de sus objetivos el estudio comparativo de todas las religiones, todas las ciencias, y todas las filosofías, con el objeto de descubrir la enseñanza fundamental en cada una de ellas. Blavatsky, una aristócrata rusa, emigró a los Estados Unidos en 1873 después de muchos años de viajes y estudios en Europa y Oriente Medio. Olcott, un abogado, periodista y estudioso del espiritismo (un movimiento del siglo XIX basado en la creencia de que los vivos pueden comunicarse con los muertos) no tardó en caer bajo su influencia y se convirtió en presidente de la sociedad en 1875. A principios de la década de 1880, Blavatsky y Olcott se trasladaron a la India, donde establecieron la sede de la Sociedad en Adyar (cerca de Madrás), Tamil Nadu. Blavatsky describió sus ideas en dos libros, Isis sin velo y La doctrina secreta, que se convirtieron en textos clave dentro de la teosofía. Después de la muerte de Blavatsky en 1891, hubo un cisma en la Sociedad, y Judge llevó a la Sociedad Teosófica en América (TSA) a separarse de la organización internacional. Bajo la sucesora de Judge, Katherine Tingley, se estableció una comunidad teosófica llamada Lomaland en San Diego, California. En su apogeo en 1895, había 102 sedes estadounidenses con casi 6 000 miembros. La Sociedad, con sede en Adyar, fue posteriormente adquirida por Annie Besant, bajo cuya dirección alcanzó su máximo crecimiento a finales de la década de 1920, antes de entrar en decadencia tras la Gran Depresión. Desde entonces, la TSA se ha reincorporado como una sección nacional de la Sociedad Teosófica mundial, que cuenta con una membresía global de aproximadamente 26 606 miembros en 70 países.

En su obra La clave de la teosofía, explica que el nombre teosofía es uno de los tantos que se utiliza para designar a una sabiduría sin edad, eterna, que no es otra que el conocimiento de la verdadera realidad. Del mismo modo que la ciencia no crea las leyes que rigen la naturaleza sino que las descubre, la teosofía es la realidad, y los seres humanos van aprendiendo progresivamente porciones del conocimiento de esta realidad. Tal y como la presentó Blavatsky, la teosofía enseña que existe una antigua y secreta hermandad de adeptos espirituales conocidos como los Maestros ascendidos, que se encuentran en todo el mundo, pero principalmente centrados en el Tíbet. Blavatsky afirma que estos Maestros han cultivado una gran sabiduría y poderes sobrenaturales, y los teósofos creen que iniciaron el movimiento teosófico moderno al difundir sus enseñanzas a través de Blavatsky. Los teósofos creen que estos Maestros están tratando de revivir el conocimiento de una antigua religión que alguna vez se encontró en todo el mundo y que nuevamente llegará a eclipsar las religiones mundiales existentes. La Teosofía sostiene una posición monista de que existe un único Absoluto divino y articula una cosmología emanacionista en la que el universo se percibe como reflejos externos de este Absoluto. El propósito de la vida humana es la emancipación espiritual y el alma humana experimenta la reencarnación después de la muerte corporal de acuerdo con un proceso de karma. La hermandad universal y la mejora social son principios rectores, aunque no hay un marco ético particular.

La teosofía propone que todas las religiones actuales y antiguas surgieron a partir de una enseñanza o tronco común, que ha quedado oculta bajo el velo de las doctrinas que se fueron elaborando con el correr de los siglos siguientes, llevando muchas veces a contradecir la enseñanza original. El estudio comparativo de la Ciencia y la Filosofía son otra forma de acercamiento a esta enseñanza original, que no es otra cosa que la realidad permanente que subyace por detrás del mundo sensible sujeto al constante devenir. El movimiento teosófico moderno fue creado por Helena Blavatsky, Henry Steel Olcott y William Quan Judge, (entre otros), quienes fundaron la Sociedad Teosófica en Nueva York, el 17 de noviembre de 1875. Constituye un movimiento ecléctico occidental que explica las enseñanzas fundamentales de las religiones como el cristianismo, el budismo y el hinduismo y está directamente relacionado con movimientos esotéricos de finales del siglo XVIII como gnósticos, rosacruces y masónicos.[2]

La teosofía desempeñó un papel importante en la difusión del conocimiento de las religiones orientales en Occidente y en el fomento del orgullo cultural en el sur de Asia. Muchos artistas y escritores destacados también se han visto influidos por las enseñanzas teosóficas. La teosofía tiene un gran número de seguidores a nivel internacional y durante el siglo XX contó con decenas de miles de adeptos. Las ideas teosóficas también han inspirado más de 100 movimientos y filosofías esotéricas, entre ellas la antroposofía, la Iglesia Universal y Triunfante, el Movimiento I AM, la Iglesia católica liberal y la Nueva Era.

Definición

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La fundadora de la teosofía, la rusa Helena Blavatsky, insistió en que no era una religión, aunque se refirió a ella como la transmisión moderna de la «religión que fue universal» que, según ella, había existido en lo más profundo del pasado humano. Las organizaciones teosóficas sostienen que la Teosofía no debe ser calificada como una religión, sino que la consideran un sistema que abarca lo que consideran la «verdad esencial» que subyace a la religión, la filosofía y la ciencia. Como resultado, los grupos teosóficos permiten a sus miembros mantener otras identificaciones religiosas, lo que resulta en teósofos que también se identifican como cristianos, budistas o hindúes.[3][4]

En La clave de la teosofía, Helena Blavatsky explica el origen etimológico del vocablo "teosofía" de la siguiente manera: «El término Teosofía nos ha sido transmitido por los filósofos alejandrinos, llamados Amantes de la Verdad, Filaleteos, palabra compuesta de (phil) "amante" y de (aletheia) "verdad". Data el nombre Teosofía del siglo tercero de nuestra era, y los primeros que lo emplearon fueron Ammonio Saccas y sus discípulos, que fundaron el Sistema Teosófico Ecléctico. El objeto de este sistema es inculcar ante todo ciertas grandes verdades morales en los discípulos y en todos aquellos que son "amantes de la verdad"».[5]

Investigadores de la religión que han estudiado la Teosofía la han caracterizado como una religión.[3][4]​ En su historia del movimiento teosófico, Bruce F. Campbell señaló que la Teosofía promovía «una visión religiosa del mundo» utilizando «términos explícitamente religiosos» y que sus principios centrales no son hechos inequívocos, sino que se basan en la fe.[4]​ Olav Hammer y Mikael Rothstein la calificaron como «una de las tradiciones religiosas más importantes del mundo moderno».[6]​ Varios académicos han señalado su naturaleza ecléctica; Joscelyn Godwin la describió como un «movimiento religioso universalmente ecléctico»,[7]​ mientras que el académico J. Jeffrey Franklin caracterizó la teosofía como una «religión híbrida» por su combinación sincrética de elementos de otras fuentes.[8]​ Más concretamente, la teosofía también ha sido catalogada como un movimiento religioso new age.[9]

Diversos académicos también han clasificado la teosofía como una forma de esoterismo occidental.[10]​ Campbell, por ejemplo, se refirió a ella como «una tradición religiosa esotérica»,[4]​ mientras que la historiadora Joy Dixon la llamó «religión esotérica».[3]​ Más concretamente, se considera una forma de ocultismo.[11]​ Junto con otros grupos como la Orden Hermética de la Aurora Dorada, la Sociedad Teosófica se ha considerado parte de un «renacimiento ocultista» que tuvo lugar en los países occidentales a finales del siglo XIX.[3]​ El historiador de la religión Wouter Hanegraaff señaló que la teosofía ayudó a establecer los «fundamentos esenciales de gran parte del esoterismo del siglo XX».[10]​ Aunque la Teosofía se basa en creencias religiosas indias, el sociólogo de la religión Christopher Partridge observó que «la Teosofía es fundamentalmente occidental. Es decir, la teosofía no es un pensamiento oriental en Occidente, sino un pensamiento occidental con sabor oriental».[12]

Fundamentos

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El cuerpo fundamental de la teosofía moderna es la obra de H.P. Blavatsky La doctrina secreta. El texto se trata en su mayor parte de comentarios sobre: Las Estancias de Dzyan, en el que la autora va aportando material comparativo de fuentes religiosas varias (bíblicas, mesopotámicas, orientales, etc.). En 1983 el tibetólogo David Reigle relacionó a las Estancias de Dzyan con los libros secretos de Kiu-Te que en la actualidad han sido "positivamente identificados" con los Textos Tántricos Budistas y que los estudiosos de fines del siglo XIX también atribuían a la imaginación de Helena Blavatsky.[13]

A diferencia de otros movimientos catalogados de forma similar, las obras de Blavatsky no tienen un corpus rígido, sino que se presentan como la síntesis final y evolución lógica de cuantos movimientos religiosos y ocultistas han existido a lo largo de la historia. Su pretensión es explicar la evolución cósmica, planetaria y humana, fundiendo en un todo armonioso la religión, ciencia y filosofía.[14]​ El universo entero constituye una unidad, por lo que la separación que existe entre los seres que lo integran es una mera apariencia, una construcción de nuestra mente, una ilusión. Formando todos esta unidad, no tienen objeto las luchas y conflictos entre los seres humanos y la naturaleza, pues sería como entrar en conflicto con uno mismo. Los teósofos mantienen que hay un cuerpo de verdad que constituye la base de todas las religiones. La teosofía cristiana es un término usado para designar el conocimiento de Dios y de Jesús obtenido a través de la intuición.[15]

Valores

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La teosofía tiene un lado doctrinario y un lado eminentemente práctico, ya que la vida del teósofo debería ajustarse en la mayor medida posible a la doctrina que sostiene. Los valores que rigen la vida que idealmente tiene que llevar están relacionados fundamentalmente con una vida altruista, orientada al servicio hacia los demás. La acción desinteresada, la consideración del otro como un sujeto y no como medio, el manejo del propio egoísmo, son ejemplos de valores que la teosofía fomenta.[16]

La Escala de Oro formulada por H. P. Blavatsky sintetiza estos conceptos:

Vida limpia, mente abierta, corazón puro, intelecto despierto, percepción espiritual sin velos, afecto fraternal para todos, presteza para recibir consejo e instrucción, obediencia voluntaria a los mandatos de la verdad una vez que hayamos puesto nuestra confianza en ella y veamos que el instructor la posee.

Valeroso ánimo para soportar las injusticias personales, enérgica declaración de principios, valiente defensa de los que son injustamente atacados, y mirada siempre fija en el ideal de progreso y perfección humana que revela la Ciencia Secreta. Tal es ‘La Escala de Oro’ por cuyos peldaños el aspirante puede ascender hasta llegar al templo de la sabiduría divina.

Principios fundamentales

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La teosofía postula tres principios fundamentales en los que se basan todas sus enseñanzas:[17]

  1. La unidad fundamental, fuente y origen de todo. Esta raíz a partir de la cual surge el universo es eterna, y permanece inalterada e igual a sí misma. Por contrapartida, el Universo manifestado está sujeto al cambio, por lo que su existencia depende de esta Unidad Fundamental.
  2. El universo, si bien es eterno en su esencia, se manifiesta a partir del "Principio Único", de manera periódica, para luego volver a fundirse en esa unidad. Esta ley de ciclos de manifestación y vuelta a la unidad es conocida como ley de necesidad o Karma, pues cada ciclo es consecuencia del precedente y causa del siguiente. Este proceso no tiene principio ni fin.
  3. El alma humana es una con este principio universal. Se desprende como una chispa de la llama durante el proceso de manifestación, para volver a fundirse en ella al final del mismo. Sin embargo, la chispa siempre conserva un hilo con la llama (el "desprendimiento" no es total) y la fusión tampoco es absoluta al final de período, pues el alma humana no deja de compartir la esencia con el alma universal y también constituye el punto de partida para las manifestaciones futuras.

Creencias y enseñanzas

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El término teosofía, derivado del griego theos («dios») y sophia («sabiduría»), generalmente se entiende como «sabiduría divina». Formas de esta doctrina fueron sostenidas en la antigüedad por los maniqueos, una secta dualista irania, y en la Edad Media por dos grupos de herejes dualistas, los bogomilos en Bulgaria y el Imperio bizantino y los cátaros en el sur de Francia e Italia. En los tiempos modernos, perspectivas que pueden clasificarse como teosóficas han sido sostenidas por rosacruces y por masones especulativos.[1]

Las diversas formas de especulación teosófica tienen ciertas características comunes.[1]​ La primera es un énfasis en la experiencia mística. Los autores teosóficos sostienen que existe una realidad espiritual más profunda y que se puede establecer un contacto directo con esa realidad a través de la intuición, la meditación, la revelación o algún otro estado que trascienda la conciencia humana normal. Los teósofos también enfatizan la doctrina esotérica. Los teósofos modernos afirman que todas las religiones del mundo contienen esa enseñanza interna, y se dedica mucha atención a descifrar el significado oculto en los textos sagrados. Además, hay una fascinación por sucesos sobrenaturales u otros sucesos extraordinarios y por el logro de poderes psíquicos y espirituales superiores. Los teósofos sostienen que el conocimiento de la sabiduría divina da acceso a los misterios de la naturaleza y a la esencia interior de la humanidad. Finalmente, la teosofía muestra una preferencia característica por el monismo, la idea de que la realidad está constituida por un único principio o sustancia, como la mente o el espíritu. Aunque los teósofos reconocen las distinciones básicas entre el mundo fenoménico y una realidad espiritual superior y entre lo humano y lo divino, lo que sugiere dualismo, la mayoría de los teósofos también afirman una unidad general que abarca todo y que subsume toda diferenciación. Asociadas a su monismo están las creencias de que Dios es completamente trascendente e impersonal, que la creación es el producto de emanaciones espirituales de Dios y que los humanos son chispas de lo divino atrapadas en el mundo material que desean regresar a su hogar espiritual.[1]

En el caso particular de la Sociedad Teosófica, aunque los escritos de teósofos prominentes presentan un conjunto de enseñanzas, la Sociedad misma declara que no tiene creencias oficiales con las que todos los miembros deban estar de acuerdo. Por lo tanto, tiene una doctrina, pero no la presenta como dogma.[18][19]​ La Sociedad declaró que el único principio al que todos los miembros debían adherir era el compromiso de «formar un núcleo de la Hermandad Universal de la Humanidad sin distinción de raza, credo, sexo, casta o color».[19]​ Esto significa que hay miembros de la Sociedad Teosófica que son escépticos respecto de muchas, o incluso de todas, las doctrinas teosóficas, al tiempo que siguen simpatizando con su objetivo básico de hermandad universal.[19]

Como señaló Santucci, la teosofía «deriva principalmente de los escritos» de Blavatsky.[20]​ Sin embargo, teósofos posteriores como Annie Besant y Charles Leadbeater también han realizado revisiones e innovaciones.[18]​ Blavatsky dijo que estas doctrinas teosóficas no eran su propia invención, sino que las había recibido de una hermandad de adeptos espirituales secretos a quienes ella se refería como los «Maestros» o «Mahatmas».[21]

Los Maestros

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Ilustraciones de Hermann Schmiechen de 1884 de los dos Maestros con los que se decía que Blavatsky estaba en contacto, Koot Hoomi (izquierda) y Morya (derecha)

La idea central de la creencia teosófica es que un grupo de adeptos espirituales conocidos como los Maestros no solo existen, sino que fueron responsables de la creación de los primeros textos teosóficos.[18]​ Para la mayoría de los teósofos, estos Maestros son considerados los verdaderos fundadores del movimiento teosófico moderno.[18]​ En la literatura teosófica, a estos Maestros también se los conoce como Mahatmas, Adeptos, Maestros de la Sabiduría, Maestros de la Compasión o Hermanos Mayores.[18]​ Se los ve como una fraternidad de hombres altamente evolucionados, en términos de tener tanto desarrollo moral como logros intelectuales. Se dice que han alcanzado vidas extraordinariamente largas y han adquirido poderes sobrenaturales, tales como la clarividencia o la capacidad de proyectar instantáneamente su alma fuera de su cuerpo a cualquier otro lugar.[18]​ Se trata de poderes que supuestamente han alcanzado a través de muchos años de entrenamiento. Según Blavatsky, a finales del siglo XIX su residencia principal estaba en el reino del Tíbet, en los Himalayas. También dijo que estos Maestros fueron la fuente de muchos de sus escritos publicados.[18]

Se cree que los Maestros preservan el antiguo conocimiento espiritual del mundo y representan una Gran Hermandad Blanca o Logia Blanca que vela por la humanidad y guía su evolución.[18]​ Entre aquellos a quienes los primeros teósofos consideraban Maestros se encontraban figuras bíblicas como Abraham, Moisés, Salomón o Jesús, figuras religiosas asiáticas como Buda Gautama, Confucio o Laozi, e individuos modernos como Jakob Bohme, Alessandro Cagliostro o Franz Mesmer.[18]​ Sin embargo, los Maestros más destacados que aparecen en la literatura teosófica son Koot Hoomi (a veces escrito Kuthumi) y Morya, con quien Blavatsky decía estar en contacto.[18]​ Según la creencia teosófica, los Maestros se acercan a aquellos considerados dignos de embarcarse en un aprendizaje o chela.[18]​ El aprendiz luego ha de pasar por varios años de prueba, durante los cuales debe vivir una vida de pureza física, permaneciendo casto, abstinente e indiferente al lujo físico. Blavatsky alentó la creación de imágenes de los Maestros.[22]​ Los retratos más importantes de los Maestros que se hicieron fueron creados en 1884 por Hermann Schmiechen.[22]​ Según el académico Massimo Introvigne, las ilustraciones de Schmiechen de Morya y Koot Humi obtuvieron un «estatus semicanónico» en la comunidad teosófica, siendo consideradas objetos sagrados en lugar de simples imágenes decorativas.[22]

Campbell señaló que, para los no teósofos, las creencias sobre la existencia de los Maestros se encuentran entre las más débiles del movimiento.[18]​ Tales afirmaciones están abiertas a examen y posible refutación, y hay serios cuestionamientos a la existencia de los Maestros que por lo tanto socavan las creencias teosóficas.[18]​ La idea de una hermandad de adeptos secretos tiene una larga tradición que se remonta a varios siglos antes de la fundación de la teosofía; tales ideas se pueden encontrar en la obra de los Rosacruces y se popularizaron en la literatura de ficción de Edward Bulwer-Lytton.[18]​ Asimismo, la idea de que los mensajes se transmitan a un médium a través de entidades espiritualmente avanzadas también se había popularizado en la época de la fundación de la teosofía a través del movimiento espiritista.[18]

La antigua religión de la sabiduría

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Según las enseñanzas de Blavatsky, muchas de las religiones del mundo tienen su origen en una antigua religión universal, una «doctrina secreta» que era conocida por Platón y sabios hindúes tempranos y que sigue siendo la base de todas las religiones.[18]​ Blavatsky promovió la idea de que las sociedades antiguas exhibían una unidad de ciencia y religión que la humanidad ha perdido desde entonces, y que sus logros y conocimientos superaban con creces lo que los académicos modernos creen sobre ellas.[18]​ Blavatsky también enseñaba que una hermandad secreta ha conservado esta antigua religión de la sabiduría a lo largo de los siglos, y que los miembros de esta fraternidad tienen la clave para comprender los milagros, la otra vida y los fenómenos psíquicos, y que, además, estos adeptos tienen poderes paranormales.[18]

Blavatsky afirmaba que esta antigua religión sería revivida y se difundiría por toda la humanidad en el futuro, reemplazando a las religiones mundiales dominantes como el cristianismo, el islam, el budismo o el hinduismo.[18]​ La teosofía tendía a enfatizar la importancia de textos antiguos por encima del ritual y la costumbre populares que se encuentran en varias tradiciones religiosas. Sin embargo, la perspectiva teosófica sobre el budismo y el hinduismo provocó críticas tanto de practicantes de las tradiciones budistas e hindúes ortodoxas como de académicos occidentales de estas tradiciones, como Max Müller, quien creía que teósofos como Blavatsky estaban tergiversando las tradiciones asiáticas.[3]

Emblema de la Sociedad Teosófica

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Sello de la Sociedad Teosófica.

Los cinco símbolos más destacados en el sello de la Sociedad Teosófica son:

  • Los dos triángulos entrelazados, también llamados Sello de Salomón.
  • El Ankh, también llamada cruz ansata, utilizada especialmente en el antiguo Egipto
  • La esvástica, símbolo antiguo que fue adoptado por los budistas en los primeros siglos de la era cristiana.
  • El Ouroboros, serpiente mordiéndose la cola que fue utilizada en numerosas mitologías antiguas, entre las que figuran la griega, la egipcia, la china, y la azteca.
  • Encima del sello está el Aum o palabra sagrada (véase Om).
  • Alrededor del mismo se encuentra el lema: No hay religión más elevada que la verdad.

La teosofía en el mundo

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En Europa

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En España

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La teosofía apareció en España a fines del siglo XIX de la mano de Francisco Montoliu Togores y José Xifré Hamel, quienes tradujeron varias de sus obras, difundiéndolas a través de las publicaciones Sophia y El Loto Blanco. El movimiento teosófico ibérico tuvo su centro operativo en la ciudad de Barcelona, con el apoyo de la editorial de Ramón Maynadé Sallent,[23]​ teósofo convencido, que contaba con el apoyo del traductor Federico Climent Terrer (1865-1945) También destacó al respecto el periodista y crítico musical Viriato Díaz Pérez. Otro de sus miembros fue el doctor José Roviralta Borrell (1856-1926), quien realizó en 1896 una importante traducción del Bhagavad-gītā. Uno de los suscriptores de la revista Sophia sería el urbanista Arturo Soria,[24]​ que era masón.

Posteriormente, Helena Blavatsky tuvo en España como difusor al "teósofo y ateneísta" Mario Roso de Luna. Hay referencias a la teosofía en varias obras de Valle-Inclán, como Claves líricas, La lámpara maravillosa y Luces de bohemia. En ellas se puede apreciar cómo la actitud del autor evoluciona de un interés inicial sincero a una descarada burla de sus ilusiones juveniles.

En Iberoamérica

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En Iberoamérica el movimiento teosófico vivió una época de esplendor en la primera mitad del siglo XX, donde diversos intelectuales y artistas se identificaron con las enseñanzas de Helena Blavatsky. Las principales personalidades influidas por la doctrina de la teosofía en estas dos regiones de América fueron: Eunice Odio, Leopoldo Lugones,Joaquín Torres García, Rubén Darío, Gabriela Mistral, José Ingenieros, José Martí, Amado Nervo, Alberto Masferrer, Salarrué, Roberto Brenes Mesén, Maximiliano Hernández Martínez, César Dávila Andrade, entre otros. Actualmente se ha instalado en Chile un centro que rige a los movimientos teosóficos de toda América Latina, CTAL. Es dirigido por el poeta chileno Gregorio Angelcos.

México

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La teosofía en México apareció en el año de 1906 y se conformó un centro de estudios, culminando con la fundación de la Logia Aura, siendo esta la Logia madre y veterana de la Sección Mexicana, se dependía de la Sección Cubana. Entre 1908 y 1909 estuvo en México el teósofo Emilio Calvariac.

La llamada Decena Trágica, iniciada el 9 de febrero de 1913, hizo que muchos de los habitantes de la Ciudad de México permanecieran dentro de sus hogares hasta principios de 1914. Al no poderse seguir reuniendo, algunos de los teósofos, se trasladaron al puerto de Veracruz en 1915, encontrándose ahí con personas que se reunían a estudiar y comentar sobre teosofía, por tal motivo la Logia Aura fue trasladada a dicho puerto con el beneplácito de las personas que ahí se reunían; contando con numerosos miembros se procedió a formar otra logia, llevando el nombre de Apolonio de Tiana. Una vez cumplidos los requisitos correspondientes se procedió a remitir toda la documentación a la Secretaría General de la Sección Cubana de la cual dependían las ramas mexicanas. Así quedó constituida dicha rama en el año de 1915.

Habiéndose restaurado la calma en Ciudad de México, los miembros que habían emigrado al puerto de Veracruz, regresan a su ciudad natal y a reintegrarse a la rama Aura. Con el tiempo se fundan las ramas Mercurio y Teocitlali. En ese período se constituyeron en Mérida, Yucatán, las ramas Mayab y Zamná. En la Ciudad de México, siendo muy numerosa la concurrencia a conferencias, se forma la rama Sirio. Contando ya con siete ramas, que es el número requerido para solicitar patente constitutiva de la Sección, miembros y trabajadores procedieron a realizar las gestiones respectivas para cumplir con las formalidades y trámites reglamentarios; todo esto por conducto de la Sección Cubana, y una vez obtenida la venia de la Sede Mundial de la Sociedad Teosófica en Adyar, India (ahora Chennai), el 12 de noviembre de 1919 se declaró constituida la “Sección Mexicana de la Sociedad Teosófica”, siendo su primer secretario general Agustín Garza Galindo. Así continuaron surgiendo ramas en diferentes partes del país. Más tarde Adolfo de la Peña Gil se hizo cargo de la Secretaría General. En el lapso de 1920 a 1950, se contó con las visitas de personalidades prominentes como C. Jinarajadasa, Jiddu Krishnamurti, Nilakanta Sri Ram, John Coats y Radha Burnier.

El 22 de mayo del año de 1953 queda constituida en la ciudad de Puebla la Logia Alfa, siendo sus fundadores el general Rafael Cancino Palacios, Refugio Zamora de Cancino, Antonieta Fortul de García, Domingo García, Aurelio Samaniego, Ramón Pujol, Jorge Murad, doctor Felipe Murad y Murad, siendo este último, la única persona que actualmente vive y que funge como miembro vitalicio. Aunados a la rama Alfa, surgió la rama Helena Petrovna Blavatsky. Se ha contado con el apoyo de los dirigentes de la Casa de Cultura en Puebla a través de veinte años para la exposición de temas relacionados tanto en el aspecto científico, filosófico y religioso.

La sede nacional de la Sociedad Teosófica en México se encuentra en la Ciudad de México.

Detractores

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El movimiento de Blavatsky tuvo un firme detractor en el tradicionalista René Guénon, quien dedicó al mismo una obra monográfica: El teosofismo, historia de una pseudorreligión (1921).

A finales del siglo XX, Peter Washington abordó el teosofismo desde una óptica agnóstica en su libro El mandril de Madame Blavatsky (1995).

No obstante, algunas de las fuentes acusatorias de Washington como el informe Hodgson de la SPR (1885) fueron refutadas por la misma institución que las formuló a fines del siglo XIX, la Sociedad para las Investigaciones Psíquicas (SPR). En 1986 el investigador de la SPR Vernon Harrison publicó una investigación titulada "H.P. Blavatsky y la SPR: Un examen del informe de Hodgson de 1885", donde analizaba las incongruencias y la falta de seriedad del estudio de Hodgson publicado un siglo antes. A raíz de esto, la SPR se retractó públicamente del informe de 1885.

Véase también

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Referencias

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  23. Ramón Maynadé, el gran editor teósofo [1]
  24. Ramón Maynadé, el gran editor teósofo [2]
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